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Macri encabezó los festejos del Bicentenario

A 200 años: Un mensaje de optimismo por el futuro

Mauricio Macri brindó su discurso en la puerta de la Casa de Tucumán. Con 20 manzanas de la ciudad cerradas al tránsito y miles de personas en las calles con ganas de ser parte de una jornada histórica, San Miguel de Tucumán fue el epicentro orgulloso de los festejos por los 200 años de la Declaración de la Independencia, una experiencia dominada por un suceso que pocos meses atrás era impensado: Mauricio Macri, el presidente surgido desde afuera del sistema político tradicional, es el líder encargado de representar los sueños de los argentinos hacia el tercer siglo, que arrancó hoy.

En todas las esquinas había gente que pujaba por acercarse al Presidente y su comitiva en algunos de los actos que arrancaron en la Casa de Gobierno de Tucumán, continuaron en la Catedral y siguieron en la Casa Histórica. La multitud, enfervorizada, se agolpaba detrás de las vallas que protegían con celo excesivo a los visitantes, rodeados de una seguridad nunca vista en esta provincia que recibió a presidentes latinoamericanos en el 2008, en tiempos de los protocolos no eran tan exigentes.

Macri llegó a Tucumán a las 3 de la mañana desde Humahuaca, un lugar con el que tiene especial empatía y donde termina sus discursos con lágrimas en los ojos. Algo de la puna lo conecta con una emoción que suele tener domesticada y allí no puede contenerse.

Durmió en el hotel Sheraton (poco, por lo que se vio en el Tedeum, donde se le cerraban los ojos), como casi todos los funcionarios nacionales.Infobae pudo constatar que el salón de desayuno se había transformado en algo parecido a una reunión de Gabinete con caras dormidas, porque estaban desde el jefe del equipo de Gobierno, Marcos Peña, hasta los ministros Rogelio Frigerio, Alfonso Prat Gay, Guillermo Dietricht, Esteban Bullrich y Pablo Avelluto, entre otros, y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, y el vicepresidente de la Cámara de Senadores, Federico Pinedo. No se lo vio, sin embargo, a Juan José Aranguren, aunque es cierto que no estaban todos, como Carolina Stanley, Gustavo Lopeteguy y Mario Quintana.

Allí, por ejemplo, se pudo ver al presidente del bloque PRO de Diputados, Nicolás Massot, y el viceministro del Interior, Sebastián García De Luca, tomando un café con el diputado del Frente Renovador Felipe Solá, vicepresidente segundo de la Cámara baja. No se pudo saber de qué hablaban, pero los tres tenían cierta cara de enojados.

En cambio, a quien se vio muy feliz fue a la vicepresidenta Gabriela Michetti, que ayer encabezó la vigilia frente a la Casa Histórica, donde leyó la carta que el Papa Francisco envió a los argentinos y compartió con la multitud las estrofas del Himno Nacional y los fuegos artificiales. Al concluir el festejo, pudo escuchar cómo la vitoreaban, "Micheeeeeeetti, Micheeeeeeeetti", en una noche mágica, con gente que la abrazaba con lágrimas en los ojos.

Llegar hasta esta semana especial no fue fácil. A pesar de que hace años se esperaba la conmemoración, la gran mayoría de los edificios públicos que fueron escenario de los festejos estaban en estado deplorable. La misma Casa de Tucumán, monumento histórico que está bajo la órbita del Ministerio de Cultura de la Nación, hace un mes y medio estaba en pésimas condiciones, con pisos destruidos y yuyos que salían de las paredes.

 

El gobierno anterior prácticamente lo había dejado abandonado y hubo que acelerar los procedimientos administrativos para que una gestión nueva pudiera, en tiempo récord, convocar a una licitación, refaccionarlo, cambiar las instalaciones eléctricas y curar la historia del lugar, responsabilidad que estuvo a cargo de la historiadora tucumana Noemí Goldman.

Allí fue que se desarrolló el acto central organizado por la Nación, donde el Presidente ofreció un almuerzo para los gobernadores que vinieron de casi todo el país y los representantes extranjeros, antes de participar en el desfile militar realizado en la avenida Mate de Luna.

La puerta de la Casa Histórica fue el lugar que eligió Macri para dar el mensaje que considera de apertura a los tiempos que vienen. Desde allí, tal vez enhebrando pensamientos que involucran sus propios sentimientos, habló de la "angustia" que deben haber sentido los congresales hace 200 años, cuando discutían si separarse o no de España. "Asumir ser libres, conlleva responsabilidad", "no existen superhombres", "seguro que tuvieron miedo" fueron algunas de las frases que usó. Y, quizás, hablando de sí mismo dijo que "el coraje fue más fuerte".

 

Hablando luego explícitamente del presente dijo "este es el comienzo" y reconoció que "las transiciones son difíciles". Pidió terminar con la costumbre argentina de "cantar falta envido sin tener nada" fuera del juego del truco, y austeridad, transparencia y prácticas de gobierno abierto en las gestiones provinciales y municipales. Aseguró que "si hubiese habido una alternativa mejor (presumiblemente hablaba de las tarifas de gas), la hubiese tomado, pero no existía". Insistió con que "el mundo nos quiere acompañar" y que "depende nosotros qué queremos ser".

Pero lo más importante fue el cierre. Gritó "Viva la Patria" y "Viva el amor". Al "es aquí, es ahora", le agregó "es juntos". Y cerró con lo que más quería transmitir, "Todos juntos. Nuevamente", una invocación a superar las divisiones y poner proa al futuro, porque de verdad está convencido de que Argentina solo saldrá adelante si todos participan de su reconstrucción.


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