
Procesando. Por favor aguarde...
Pese a tener un Estado prácticamente paralizado y un déficit abrumador, el gobernador Gustavo Melella prefiere mantener distancia del gobierno central.
En la foto que publicó ayer la Casa Rosada, hay 20 gobernadores sentados cómodamente discutiendo con el gobierno nacional la agenda del próximo años una muestra de maduración política. En esa mesa convivieron peronistas, radicales, provinciales e incluso kirchneristas sumamente críticos del gobierno nacional como Zamora de Santiago del Estero o Sergio Ziliotto de la Pampa, pero faltaron 4 gobernadores.
El más importante de los ausentes fue Axel Kicillof, el tándem lo completa el gobernador de Formosa Gilso Ifran, el de la Rioja Ricardo Quintela y nuestro gobernador Gustavo Melella, estos últimos tres gobernadores a diferencia del bonaerense Axel Kiciloff, necesitan del apoyo económico y financiero de la Nación para poder afrontar sus realidades económica y social cada vez más complejas y dependientes.
“Con Melella las diferencias son profundas” le dijo el Jefe de Gabinete al gobernador santacruceño Claudio Vidal que se mostró interesado por su par patagónico, según reveló una alta fuente de la jefatura de gabinete que filtro conversaciones aisladas del convite que ayer colmó el salón principal de la Casa Rosada.
Para referirse a las diferencias el ministro fue claro y contundente “Más allá de las diferencias profundas ideológicas, hay una cuestión personal que traviesan las pésima relaciones entre Miley y Melella” dijo el funcionario y reveló que cuando se produce el primer desembarco de EE.UU para afianzar las relaciones bilaterales que lo hace con la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, generala Laura Richardson, en ese entonces el gobernador Gustavo Melella no solo se negó a recibirla sino que se negó hablar telefónicamente con Milei, lo que obligó al primer mandatario a suspender su agenda y emprender un largo viaje para recibirla personalmente en Ushuaia.
“En política todo vuelve” dijo Milei en aquel entonces inaugurando un periodo que colocó en el freeser las relaciones Nación-Provincia.
Hoy esas relaciones siguen en el peor lugar. Por un lado Milei se asegura una “mayoría” de gobernadores para la reforma, mientras que Melella deberá enfrentar una situación socio-económico dramática con un Estado fueguino desbordado en prácticamente todos los sectores de atención pública y un déficit proyectado insostenible.
Una larga discusión con la ausencia de Tierra del Fuego
Javier Milei lo había anticipado horas antes del categórico e inesperado triunfo en las elecciones que se venía un Congreso “más reformista” y que la nueva etapa iba a estar signada por el consenso y el diálogo político, pero con objetivos concretos.
La reunión de Milei con 20 gobernadores de todas las extracciones partidarias envía un poderoso mensaje a la sociedad que lo votó.
Por lo pronto lo ocurrido en la Casa Rosada puede resumirse en el abrazo franco que Milei tuvo con Jorge Macri, el jefe de Gobierno porteño. Cinco meses antes, lo había dejado con la mano tendida en el Tedeum de la Catedral Metropolitana.
Pero también hay otras señales políticas que fueron anotadas en San José 1111, donde cumple prisión domiciliaria Cristina Kirchner, la jefa de la oposición peronista. El primero de los saludos fue a Gerardo Zamora, el gobernador de Santiago del Estero, que estará a partir del 10 de diciembre en el Senado. Luego, estrechó la mano del peronista pampeano, Sergio Ziliotto. Hasta ayer, se los contaba en el bloque más refractario para las reformas que propone el gobierno libertario. Ya no.
Estos dos gobernadores son clave, porque pueden desgajar al bloque kirchnerista en el Senado, la última trinchera que CFK podía tener para frenar, además de las reformas, la designación de los jueces de la Corte Suprema y de medio Poder Judicial que tiene sus sillas vacías. Lo que se viene es una discusión que podría prescindir de los límites y condiciones de la, todavía, presidenta del PJ.
Milei con su gabinete y los gobernadores de todo el país
Que estuvieran el tucumano Osvaldo Jaldo y el catamarqueño Raúl Jalil no fue una sorpresa. Hasta el último tramo de la campaña, se habían mostrado colaboradores de la Casa Rosada en votaciones en el Congreso. Pero confirma que el peronismo está atravesado por internas inocultables. Es la pelea entre las añoranzas y los desafíos del futuro.
Se habló de Presupuesto, de la reforma laboral y tributaria, del endurecimiento del Código Penal y de las partidas que las provincias necesitan. Fue el inicio de la nueva etapa, con un Milei poderoso tras el veredicto de las urnas, y jefes políticos territoriales que tienen más necesidades que exigencias.
No hubo reproches, más bien elogios mutuos. El presidente contó que les reconoció la gestión seria que todos habían ejecutado en sus provincias para garantizar el equilibrio fiscal. Porque el Presupuesto Base Cero es un programa de gobierno compartido.
Está abierta la discusión por la transferencia de una parte del impuesto a los combustibles líquidos y el compromiso de aflojar el nudo de los envíos de fondos a las provincias. Son las “efectividades conducentes” que mencionaba Hipólito Yrigoyen.
Ninguno puso reparos a discutir la modernización de la legislación del trabajo y desactivar, a partir de ahora, la ultraactividad de los convenios colectivos, que atascan la creación de empleo y confinan a uno de cada dos trabajadores a la informalidad y a la ausencia absoluta de derechos.
Por ahora es una foto. Pero el presidente confía en que se traducirá en acuerdos de mediano plazo para normalizar una Argentina maniatada. Quedan 40 días para el 10 de diciembre. Habrá un Congreso nuevo y un nuevo Gobierno con el cual Tierra del Fuego se muestra distante, alejada a las discusiones cruciales que se vienen y cargada de ideología.
Matías b.-
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